Miradas

sábado, 4 de junio de 2011

Luchar es sobrevivir.

 Abuelita, cuéntame otra vez la historia de aquél niño.

- Está bien, mi querida Clara, verás: esta es la desgracia de un pobre niño huérfano, a quienes todos dieron la espalda por desconfianza, el pequeño des-afortunado, hambriento todos los días y noches, robaba y mendigaba todo aquello que podía, más de la mitad se lo daba a su hermanita, del resto él comía un poco y lo demás lo guardaba. Un día, cansado, llegó a su destartalada casa, si así podían llamarse las cuatro finas paredes que a duras penas aguantaban en pie, pero para ellos era suficiente con tener un techo, aunque este tuviera más agujeros que un queso, y una pequeña manta. En mitad de aquella noche negra y tormentosa, un hombre de oscura figura invadió la casita, destrozándolo todo, hiriendo de gravedad al chico con una lustrosa daga dorada y raptando a su hermanita. No se sabe qué sucedió después, seguramente, el chico murió y la chiquilla fue víctima de las más desagradables torturas, pero, existe un rumor que así dice: “de vez en cuando, algún comerciante es usualmente asaltado, dicen ver una figura de niño, con una llamativa cicatriz de pecho a espalda y aseguran que es aquél al que una vez, dieron la espalda por desprecio.”

8 años después…

Todavía la recuerdo muy bien, la historia que mi difunta abuela me contaba para enseñarme lo dura que es la vida y la forma en la que algunas personas se veían obligadas a vivirla, ya que de otra forma acabarían peor, aunque muchos decían que la muerte sería mejor que esta vida de mierda, ellos no luchaban, se resignaban y perdían. Aparté de mi cabeza esos macabros pensamientos, esto me pasaba al recordar a mi abuela.
Cuando volví a poner los pies en la tierra, me percaté de dónde me encontraba, me había quedado mirando embobada a la nada, apoyada en un árbol, miré mi reloj, ¡Dios, el concierto de Blue! Llegaba tarde, tuve que tomar un callejón, de cual desconfiaba, pero no podía entretenerme ni dar rodeos. No había llegado ni a la mitad cuando sucedió: un par de hombres se echaron sobre mí, me atraparon y me inmovilizaron.

- Vaya, no suelen frecuentar este lugar tales bellezas – mientras reía con una voz gangosa.

- Sí, Kupper, es muy bonita, – de su boca salía una mezcla de alcohol, tabaco y, buag, ¡sangre! - ¿sabes lo que te vamos a hacer, preciosa?

Me agarraban con tanta fuerza que me impedían hablar.

- ¡Ja, ja, ja, qué buena vida os dais chicos! – exclamó una voz socarrona.

- ¿¡Qu-quién demonios eres!? ¡Sal cobarde! – vociferó el tal Kupper.

Del techo del edificio bajó un hombre joven, de pelo moreno y muy despeinado como si no se hubiera peinado jamás, pero eso le daba un toque salvaje, me fijé en sus ojos, de un verde increíblemente intenso, y me sorprendió lo que vi en ellos: madurez, sabiduría y dolor. No muy común en un joven de la edad que él aparentaba y mucho menos esa sonrisilla de arrogancia que tenía.

- Chicos, mucho me temo que no puedo dejarles continuar, la chica está claramente en contra de sus objetivos. Así que… - con un par de golpes rápidos, tumbó a dos hombres, uno de ellos le doblaba en peso, después de eso me miró – Espero que estés bien, deberías tener más cuidado por donde andas, – aumentó su sonrisa - ¿quieres algo más?

- Eh… muchas gracias por salvarme, se lo recompensaré como pueda…

- Eso espero. – Me cortó, se giró dispuesto a irse pero ahí fue cuando me di cuenta. Pude ver en su espalda una cicatriz que seguía hasta su pecho.

- ¡Tú…! E-eres… ¡aquél niño de…! ¡Tienes la marca en…!

- ¿Qué? Ah, sí, esto es de…

- ¡De el hombre oscuro! ¡El que destrozó tu casa y raptó a tu hermana! No creía que fuera de verdad…

- No sé si me alegra que sepas tanto de mi vida.

- Es increíble… No puedo creerlo… ¡CUIDADO!

Empujé al chico antes de que uno de los hombres, que se había levantado, le golpeara sobre la cabeza, el joven, con notable eficacia, se recompuso y le propinó al hombre un golpe en la cabeza que hizo que se desplomara en el suelo.

- Bah… - suspiró observando el cuerpo – qué asco me dan, ellos no luchan, se someten al destino sin ninguna preocupación, disfrutan de la vida de este modo y encima acaban así, cobardes… - me miró – Ahora sí, adiós.

- ¡Espera! Yo también te he salvado del golpe, dime al menos tu nombre. Yo soy Clara Dorán.

- … - me miró largo rato, juzgándome, después sonrió - Llámame Will.

Y se fue. Caray, cómo corre, debe de estar acostumbrado a ser rápido y escurridizo, ¡Oh no! ¡El concierto!

                                                                                     * * *
¿Por qué tuvo que suceder? …


Íbamos caminando por la calle, Blue, Aure y yo, después del concierto de la primera. De la sombra había salido aquél hombre al que jamás olvidaré y dejaré de odiar. Un par de compinches nos inmovilizaron a Aure y a mí, él se ocupó de Blue. Hizo preguntas que no llegué a oír, sé que volvió a aparecer el joven, Will, se llamaba, iba acompañado de otro chico, pero no llegó a hacer nada, cuando miró al rostro de quien retenía a Blue, su rostro palideció para en seguida llenarse de ira y dolor, no pudo acercarse ya que si lo hacía mataría a Blue. Yo no me pude contener, aparté al hombre que me tenía en un descuido y me abalancé sobre el que parecía mover los hilos, pero no lo conseguí, cuando me quise dar cuenta no tenía a ese hombre entre mis manos, sino el cuerpo de mi amiga Blue, su pequeño cuerpo se estaba desangrando y era por mi culpa, los hombres habían desaparecido, nadie tenía un rasguño excepto Blue, que, como bien había advertido de hombre oscuro, se estaba muriendo rápidamente…

Mi culpa, nada más que mi culpa. El miedo, la desesperación. No olvidaré la cara de dolor de los padres de Blue al enterarse del asesinato de su querida hija, es algo… indescriptible, el dolor de la mirada de su padre, las lágrimas de su madre, la tristeza disfrazada de cólera de su hermano, y su hermanita pequeña, que aún no asumía que no volvería a ver a su hermana mayor. Nadie lo hacía. Estuve encerrada mucho tiempo en mi habitación, de vez en cuando, me parecía escuchar la melodía de piano que Blue tocaba para nosotras solas, el sonido me envolvía, me reconfortaba, y en cierta manera, me hacía pensar que ella estaba aquí todavía. ¡Cuánta falsa ilusión! ¡Toda mentira! ¡Pobre desgraciada que soy! Sí, sí, pero aún era pronto para cerrar heridas… 

No dormía, no comía, y mucho menos me movía por la habitación, solía estar siempre en el mismo sitio, cerca de la ventana, por si Blue aparecía por la entrada algún día, ¡sólo me quedaba soñar…! Pero por mucha gente que entrara, nadie era ella. Lágrimas corrían por mi rostro. Yo no había perdido a una simple amiga, ella fue la hermana que nunca tuve, y en cierto modo, siempre lamentaré mi error. La culpa me come por dentro.

Oí un golpecillo en la ventana que me sacó del trance, era de noche, como una loca, me asomé a la ventana y miré al suelo: nadie.

- Ey, aquí.

Levanté mis cansados ojos hacía el árbol que crecía junto a mi ventana, era él, Will, ¿Qué demonios hacía aquí?

- Menuda cara que te gastas… - al ver que yo no le reía la gracia, carraspeó y se acercó todo lo que daba la gruesa rama del árbol.

– Esto… Lo siento, no pude hacer nada.

- Fue… mi… culpa – me costó hablar, tenía la garganta muy seca.

- Echándote la culpa nunca dejarás que tu corazón sane.

- Me da igual que no sane. Puedo soportar el dolor, la vida se construye a base de eso, sufrimiento y resignación.

- Deberías superarlo, olvídalo, tú sigues viva, vive la oportunidad que se te brindó, sal adelante.

- Ella habría sabido aprovecharla mejor que yo. Mi alma está rota.

- Cobarde. Confía en la gente, no vale nada esperar a que entre por la puerta algo que nunca lo hará.

- ¿Y tú? ¿Sentiste lo que yo? ¡Tú no fuiste culpable de lo que te pasó! ¡Sólo fuiste una víctima! Hablas, ¿pero acaso sabes de lo que hablas? ¡Yo soy culpable, la maté, murió por mi miedo, por mi culpa! – me eché a llorar.

- Claro, no del mismo modo, pero lo superé, a mi manera, lo hice, sigo ganándome la vida de un modo poco honesto, juego con los sentimientos de muchas mujeres, no confío en nadie, no me merezco su confianza, sin embargo, algunos la depositan en mí. Me hace gracia ver como personas inútiles como tú se hunden en su propio charco de mierda.

- Finalmente te quedarás sin gente que confíe en ti, juegas con nosotros, te ríes... Créete superior, sé feliz, más propenso a desgraciado.

- Pero sigo vivo. Ese es el objetivo. Y lucho por él. Yo no pedí vivir, pero una vez estás en la jaula del juego, ya no puedes salir, y si lo haces, es que estás muerto, moriré algún día, eso seguro, ¿que cómo? No lo sé. Prefiero morir dignamente, es mejor que esperar sin hacer nada a un milagro que nunca sucederá mientras me van echando de la jaula sin que me dé cuenta.


Intenté replicarle, pero no pude. Me ganaron las lágrimas y se me cerró la garganta. No sé durante cuánto tiempo lloré, pensé que Will se habría ido, que pasaría de mí pero cuando levanté la cabeza ahí seguía, esperando. Al final me relajé y le pregunté qué quería, me contestó que quería que le hablara de Blue, todo lo que pudiera, le interesaba saber qué relación podría tener ella con el hombre de aquélla noche, que era el mismo que entró en su casa hacía no sé cuánto tiempo. Se iba a ir, iría detrás del hombre para clamar venganza o bien buscar a su hermana, si por suerte seguía viva. Se lo conté todo. Amanecía cuando acabó la conversación, se levantó, y sin despedirse saltó del árbol.
En ese instante me di cuenta de lo que tenía que hacer.

- ¡Espera! Por… Por favor, quiero ir contigo.


Durante unos segundos interminables no me miró, estaba de espaldas y no podía verle la cara, finalmente se giró y me puso su sonrisa arrogancia. Sabía que iba a tener que ver esa sonrisilla más a menudo de ahora en adelante. 
Cuando llegué junto a él sólo me hizo una pregunta:

- ¿Estás segura de por qué quieres hacerlo?
- Sí.

Sin mirarnos, comenzamos el camino, en mi oído podía oír aquélla melodía de piano de Blue. Siempre tendría claro lo que buscaba: la paz de mi corazón, y la de ella también.

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